Hace unos meses mi amiga Susana, que pertenece a la junta de gobierno del Colegio de Trabajo Social de Castilla-La Mancha, me sugirió que escribiera un artículo con el fin de significar nuestra disciplina.
Con este artículo he querido comunicar cómo vivo mi profesión y cómo debe constituir un modo de vida coherente de quien la ejerce; la importancia de mantenerse independientes de las influencias políticas, porque tienden instrumentalizar las realidades de las personas que atendemos, y de los falsos adoctrinamientos que actualmente excluye a quien no se deja alienar por corrientes predominantes.
Es mi voz…, una gota que pertenece a un mar que formamos todos, ahí está la verdadera inclusión y diversidad…
Es mi profesión que intento ejercer con ética y sentido común, de manera libre e independiente.
Un abrazo y gracias por leerlo
LA ESPERANZA Y EL TRABAJO SOCIAL
Aún recuerdo el momento en que decidí estudiar Trabajo Social…
Pensé en mis posibilidades y aptitudes, pero sobre todo en una opción
de vida…
El pasado Sábado Santo me hicieron reflexionar las palabras del Papa Francisco, que nos hablaba de un
derecho de máxima importancia del que pienso que nuestra disciplina debería hacer
bandera, “el derecho a la Esperanza”.
La esperanza, el amor y la sensibilidad social son el motor de mis
años de estudio y mis años de intervención en la entidad en la que me encuentro
desarrollando mi profesión.
Este tiempo actual, marcado por la pandemia que ha generado crisis de
todo tipo (sanitaria, social, económica…), nos devuelve a la profunda volatilidad
de los proyectos y las programaciones; y nos sumerge inevitablemente en las
atenciones marcadas por la urgencia de lo básico…
Y cuando ya se han vivido otras crisis, como la de 2008 y sus efectos,
me preocupa enormemente que en la gestión de lo urgente se dejen a un lado los
procesos integrales de vida de las personas… Nunca es tarde para iniciar un
nuevo camino, y el trabajo social debe ser ese apoyo y detonante de la catarsis
personal que produzca el cambio positivo en la persona.
Siempre he defendido que el trabajo social debe ser independiente de las
corrientes políticas…
Cuando se llevan muchos años arando en la besana social (recuerdo la
canción de “El sembrador” de esa
zarzuela, tan manchega y nuestra, “La
Rosa del Azafrán”) se conoce bien a los elementos que intentan aprovecharse
de nuestra siembra y contacto con la realidad para fines electoralistas que
luego posponen en cuanto adquieren el poder. Creo que nuestra siembra tiene que
ser sincera y libre con la tierra que cobija nuestro grano de trigo. Nuestra
cosecha (como trabajadores sociales) es el logro es hacer crecer a las personas
hacia su propia autonomía.., un logro callado y humilde, pues es la propia persona la que activa sus
posibilidades, no el profesional o las administraciones implicadas.
Por ello yo soy uno de esos trabajadores sociales que defienden que nuestra profesión debe ser libre y que no
se debe condicionar a influencias ideológicas que amordazan o amplifican
nuestra voz según la orilla en la que te encuentres. Hoy todo se va
contaminando, de manera mal intencionada e incluso absurda, etiquetando y estereotipando
a quien no se conforma con una determinada ventana ideológica para ver. La libertad de expresión se parcializa por doctrinas
predominantes, que imponen propósitos hechos a medida de intereses sesgados que
se ocultan en nombre de una falsa diversidad, porque se exilia a quienes tienen
una visión del mundo con un perfil diferente… Y repito, nuestro
objetivo son las personas, su desarrollo, y ser la denuncia social
independiente con la que poder proponer políticas reales y activas que las beneficien
en su situación de dificultad o que produzcan cambios y mejorías en la
legislación en beneficio de la sociedad en general.
El verdadero trabajo social investiga en las realidades sociales
porque se encuentra inmerso en la propia realidad viviendo lo que vive la
población, analizando las debilidades y fortalezas, escuchando y acompañando
porque llora, ríe y ama con la persona…, es capaz de plantear un espejo que
produzca resiliencia en las capacidades… El verdadero trabajo social aplica
métodos y técnicas, y ante las certezas y expectativas que se desmoronan ofrece
a la persona esperanza y liberación desde lo profundo, porque el amor nos mueve
y creemos que ese mismo amor nos hermana a toda la humanidad…, de ahí que el
trabajo social sea una disciplina con un campo de acción infinito…
Estos son los valores por los que
decidí estudiar trabajo social. Lo sé, es una forma de vida que implica
coherencia y responsabilidad. Porque creo que el trozo de cielo que veo desde
mi ventana es la gota de un mar que formamos todos los que vivimos esta profesión
y la sociedad en general. Porque creo que todos podemos mejorar este mundo en
el que vivimos.
Aún recuerdo el momento en que decidí estudiar Trabajo Social…, y
estoy convencido que la esperanza y los valores de esta disciplina son los que
podrán aliviar y recomponer la situación histórica que actualmente nos sobrepasa.
FRANCISCO ALHAMBRA
MORENO
(Trabajador Social nº colegiado 13-1094)